El cobogó (Celosia – Parasol) de Bara es una técnica arquitectónica decorativa procedente del norte de Brasil que consiste en crear elementos huecos y ornamentales sobre hormigón tanto en interiores como en exteriores, sin renunciar a la luz natural y la ventilación.
El origen del cobogó era facilitar la ventilación de las casas situadas en países con climas tropicales. Su diseño se basa en elementos prefabricados realizados en serie y basados en la filtración de retículas modulares sobre placas de hormigón prismática. Se creó en Recife, en la región de Pernamburgo (Brasil) en 1929 y se bautizó utilizando las iniciales de los apellidos de sus tres creadores: Amadeu Oliveira Coimbra (CO), Ernest agosto Boeckmann (BO) y Antonio de Gois (GO).
Foto izquierda de Block Architects, imagen derecha de AMASArquitectos
Estas celosías arquitectónicas están inspiradas en los grandes ventanales árabes tradicionales, creados de forma artesanal con deliciosos entramados de madera que garantizaban la privacidad de las mujeres, dando visión al exterior y proporcionando luz y ventilación en el interior.
El cobogó, al igual que las celosías del mundo árabe, permiten filtrar la luz en los interiores de viviendas y espacios comerciales creando preciosos prismas de luz con distintas formas y tamaños proyectados sobre suelos y paredes. Lo más impresionante es que es un efecto cambiante y depende de la luz de cada momento.
A finales de los años 20 y principios de los 30 se creó una corriente modernista en Brasil donde el cobogó jugó un papel fundamental. Varios arquitectos brasileños de renombre utilizaron esta técnica en sus proyectos, siendo un referente Caixa d’Agua Olinda, el primer uso a gran escala de este elemento.
Hasta entonces, el uso del cobogó se limitó a países con climas tropicales por su utilidad, pero en los años 50 los arquitectos se dieron cuenta de su sentido estético y comenzaron a implantarlo como elemento decorativo. Es entonces cuando se consagra como elemento arquitectónico en la construcción residencial desde el norte al sur de Brasil.
De esta forma, el cobogó terminó convirtiéndose en una marca de la arquitectura brasileña de mediados del siglo XX. Es práctico, estético, innovador y muy económico, por lo que los arquitectos de todo el mundo no tardaron en hacerse eco de este elemento arquitectónico para implantarlo en edificios públicos, hoteles e incluso viviendas.
En los años 70 se generalizó su uso en nuestro país, primero en la arquitectura costera, después en edificios públicos (universidades, centros escolares, piscinas públicas, etc) y luego en la construcción de viviendas. Podemos encontrarlo en fachadas, como separador de ambientes, para las paredes divisorias de piscinas, en edificios industriales, colegios y parques infantiles, en las zonas comunes vecinales e incluso en interiores.
A la izquierda, proyecto K.A Studio y foto de Hiroyuki Oki. A la derecha, foto de AMASArquitectos
Al igual que ocurrió con el terrazo, después de décadas relegado a un segundo plano, repudiado por la mayoría y en muchos casos destruido para ser sustituido por elementos más actuales, el cobogó ha vuelto en 2020 con energías renovadas, nuevos materiales y diseños, pero respetando las técnicas tradicionales de fabricación.
Es más, en la última edición de Casa Decor fue sin duda el elemento más repetido en varias de las propuestas de interiorismo más innovadoras. Pudimos verlo con distintos motivos y materiales como hormigón, madera o ladrillo. Lo más novedoso es que, en esta ocasión, su uso se aplica solo a interiores como mero elemento ornamental y aprovechando todas sus ventajas.
Ventajas del cobogó
- Ventilación: los elementos huecos facilitan la ventilación natural de los espacios consiguiendo un significativo ahorro de energía. Si además, lo situamos frente a la vegetación, permitirá un mayor flujo de aire.
- Iluminación natural: las aberturas decorativas de las celosías proporcionan una gran fuente de luz natural al mismo tiempo que reducen el consumo de energía. También es un mecanismo que proporciona una sombra agradable que puede llegar a regularse con sencillos mecanismos.
Studio TonTon, foto de Fernando Gomulya
- Intimidad: otra de las ventajas del cobogó es su uso para cerrar fachadas y proporcionar ventilación sin renunciar a la privacidad. Por ese motivo, también se ha extendido su uso para paredes divisorias de espacios como piscinas, colegios, parques o edificios públicos.
Foto de Sanuki Daisuke Architects
- Visibilidad: Dependiendo de nuestras necesidades, podemos optar por cobogós con aberturas más o menos grandes. Los huecos grandes proporcionan mayor visibilidad del exterior que los pequeños, aunque la profundidad o el dibujo de los elementos también es importante.
Proyecto de Sanjay Puri Architects, foto de Mr. Dinesh Mehta
- Protección solar: está demostrado que este tipo de paneles perforados son un recurso muy útil de protección contra el sol. Filtra los rayos más intensos y proporcionan una ventilación natural y a bajo coste que lo hace irresistible para las regiones más cálidas.
Proyecto de Oppenheim Architecture, Studio Arthur Casas. Fotografía de Fernando Guerra | FG+SG
- Resistencia: además de ser un recurso económico, con el tiempo, esta estructura ha demostrado una gran resistencia. Para conseguirla, se añaden estructuras de refuerzo de acero u hormigón.
Otro de los atractivos del cobogó es el sorprendente efecto que ofrece la luz interior desde el exterior durante la noche
En la actualidad existe una gran variedad de diseños y tamaños de cobogós. Los dibujos van desde líneas sencillas a delicados entramados geométricos que aportan originalidad a cualquier espacio, tanto fachadas como interiores. También podemos optar por diversidad de colores y materiales que se adaptan a cualquier bolsillo y estilo: microcemento, hormigón, mármol, piedra natural, cerámica, yeso, vidrio, metal, madera, etc. Las posibilidades son infinitas.